Faltaban prácticamente cinco meses para mi cumpleaños 7, cuando vi lo que hoy tengo
registrado como mi primer juego de fútbol. Fue el 22 de junio de 1993, en la Copa América de Ecuador. El partido lo pasaron en señal abierta, recuerdo bien, y mi ilusión de niño solo quería ser premiada con una victoria del equipo al que ligaba.
No vestían de vinotinto, pero en los uniformes de ese tiempo, los colores de la bandera cruzaban la camisa y el pantalón. Reconozco que esa indumentaria quedó marcada en mi memoria.
Estados Unidos nos hizo tres goles y eso de remontar no parecía muy probable en ese momento. Aquí detengo mi relato y me coloco en el presente para preguntarme, ¿Cómo pudimos venir de atrás esa noche? ¿Cómo, si se suponía no teníamos a la generación de ahorita? ¿Será que la de ahora es mejor pero también el resto del mundo mejoró? Bueno, volviendo al 22 de junio del 93, Dolgetta, figura goleadora que ubico junto a Savarese y Salomón como los mejores delanteros que han pasado por la selección, marcó un doblete, y luego el "Pochito" Echenausi alcanzó el empate con aquel desmarque perfecto, su colocación
del cuerpo ideal y su zurdazo para después desatar la celebración que igual premió mi ilusión.
Allí nació mi pasión por el fútbol, nació con un juego de mi selección; no con un juego del club inglés al que sigo, y que no por escribir esto dejaré de seguirlo.
Después del 11 de octubre de 2013, creo que hubo un ciclo que se cerró. Desde las cuatro victorias seguidas en el premundial de 2002, que incluyó el triunfo en Santiago, hasta este día (11-10-13), existió una especie de plazo sobreentendido, que decía y ordenaba la clasificación para Brasil 2014. Muchos factores así lo inferían: No estaba Brasil por ser sede, Paraguay sufrió un bajón tremendo, Perú no resurgió y Venezuela venció a Argentina. Este último es un argumento que habla por sí mismo.
Lo cierto es que yo no soy un hincha que solo piensa con el corazón, de hecho la profesión me ha hecho agregar la razón al sentimiento, pero no por ello dejo de sentir. Incluso, creo se sufre más cuando tienes un alto grado de realismo y sensatez, porque siempre vendrán nuevos procesos premundialistas, siempre cada cuatro años habrá otro Mundial, pero siempre también la suma seguirá siendo más grande, la suma de esta falta de Mundial.
No le reprocho nada a los jugadores, y tampoco soy quien para hacerlo. Es que no tengo nada que decir de ellos. Los responsables no están en la cancha. Esto solo cambiará cuando de verdad haya un corazón como fuerza principal, no la soberbia y la prepotencia. Esto cambiará cuando no solo baste con tener corazón, sino también cordura y experiencia al mando.
No hay que colocarse en los picos de los radicalismos. Muchos dirán que ahora seguirán en Brasil a otras selecciones, otros que no servimos para nada y algunos otros, a la calladita, mantendrán la fe. Yo, por mi parte, no seguiré siendo alcahueta de este proceso, y sí, con tanta soberbia en el entorno, mi opinión es la nada; pero no tengo intereses de por medio en esto. Yo solo deseo que así perdamos y no vayamos al Mundial, la cara que nos represente sea digna del compromiso afrontado, digna de su cargo y digna del país.