sábado, 12 de octubre de 2013

Fin de un ciclo

Faltaban prácticamente cinco meses para mi cumpleaños 7, cuando vi lo que hoy tengo
registrado como mi primer juego de fútbol. Fue el 22 de junio de 1993, en la Copa América de Ecuador. El partido lo pasaron en señal abierta, recuerdo bien, y mi ilusión de niño solo quería ser premiada con una victoria del equipo al que ligaba.

No vestían de vinotinto, pero en los uniformes de ese tiempo, los colores de la bandera cruzaban la camisa y el pantalón. Reconozco que esa indumentaria quedó marcada en mi memoria.

Estados Unidos nos hizo tres goles y eso de remontar no parecía muy probable en ese momento. Aquí detengo mi relato y me coloco en el presente para preguntarme, ¿Cómo pudimos venir de atrás esa noche? ¿Cómo, si se suponía no teníamos a la generación de ahorita? ¿Será que la de ahora es mejor pero también el resto del mundo mejoró? Bueno, volviendo al 22 de junio del 93, Dolgetta, figura goleadora que ubico junto a Savarese y Salomón como los mejores delanteros que han pasado por la selección, marcó un doblete, y luego el "Pochito" Echenausi alcanzó el empate con aquel desmarque perfecto, su colocación
del cuerpo ideal y su zurdazo para después desatar la celebración que igual premió mi ilusión.

Allí nació mi pasión por el fútbol, nació con un juego de mi selección; no con un juego del club inglés al que sigo, y que no por escribir esto dejaré de seguirlo.

Después del 11 de octubre de 2013, creo que hubo un ciclo que se cerró. Desde las cuatro victorias seguidas en el premundial de 2002, que incluyó el triunfo en Santiago, hasta este día (11-10-13), existió una especie de plazo sobreentendido, que decía y ordenaba la clasificación para Brasil 2014. Muchos factores así lo inferían: No estaba Brasil por ser sede, Paraguay sufrió un bajón tremendo, Perú no resurgió y Venezuela venció a Argentina. Este último es un argumento que habla por sí mismo.

Lo cierto es que yo no soy un hincha que solo piensa con el corazón, de hecho la profesión me ha hecho agregar la razón al sentimiento, pero no por ello dejo de sentir. Incluso, creo se sufre más cuando tienes un alto grado de realismo y sensatez, porque siempre vendrán nuevos procesos premundialistas, siempre cada cuatro años habrá otro Mundial, pero siempre también la suma seguirá siendo más grande, la suma de esta falta de Mundial.

No le reprocho nada a los jugadores, y tampoco soy quien para hacerlo. Es que no tengo nada que decir de ellos. Los responsables no están en la cancha. Esto solo cambiará cuando de verdad haya un corazón como fuerza principal, no la soberbia y la prepotencia. Esto cambiará cuando no solo baste con tener corazón, sino también cordura y experiencia al mando.

No hay que colocarse en los picos de los radicalismos. Muchos dirán que ahora seguirán en Brasil a otras selecciones, otros que no servimos para nada y algunos otros, a la calladita, mantendrán la fe. Yo, por mi parte, no seguiré siendo alcahueta de este proceso, y sí, con tanta soberbia en el entorno, mi opinión es la nada; pero no tengo intereses de por medio en esto. Yo solo deseo que así perdamos y no vayamos al Mundial, la cara que nos represente sea digna del compromiso afrontado, digna de su cargo y digna del país.

jueves, 6 de junio de 2013

Por puntos en La Paz

Vuelve el reto difícil, el de la visita de riesgo, el que daba toda la ventaja al local, el que al final siempre terminaba siendo un descalabro abultado, el que la última vez dejó de ser todo lo anterior. Vuelve el juego en La Paz.

Hoy, después de años, tengo la sensación de que en esta doble fecha no solo se espera por el recibimiento a Uruguay para ganar puntos; algo que en otra época no era muy cuerdo, pero que gracias a la última década, es factible de pensar.

Venezuela está en Bolivia para ganar, realmente así es aunque la frase tenga exceso de ambición. Creo que para ganar allá es necesario tener muchas dosis de ambición, creer que se pueden superar las condiciones de la altura con un buen trabajo psicológico, y claro, la labor hecha específicamente para sobreponerse a este factor con las cámaras hipobáricas e hiperbáricas.

Uruguay es el rival que la Vinotinto debe mantener a raya; a esta altura, ya las cuentas empiezan a ser precisas y es allí cuando al ver la tabla, los charrúas están con dos puntos menos que los de César Farías. Si logran sumar en el Hernando Siles, la ganancia será más importante cuando llegue la noche del martes. Si todo resulta óptimo, y aquí hablamos de sacar 4 unidades de ambos cotejos, Venezuela le sacaría 6 puntos de ventaja a La Celeste, que tiene jornada libre este viernes.

A partir de allí, ya el tema del quinto lugar, el repechaje, o la cuarta plaza directa, quedaría para analizarlo cuando llegue el momento de Santiago de Chile.


Por hoy, el pensamiento solo está en Bolivia.

sábado, 4 de mayo de 2013

Hasta que suene la campana


“Tranquilo, negro, tú sabes como es. Me tocó”, mientras levantabas las manos después de pasar por tu pecho y dabas una especie de vuelta sobre tu propio eje, con la gran sonrisa acabando de llegar con tu almuerzo en una bolsa. Eso creo que me lo dijiste, así me lo imagino, aunque es injusto imaginar.

Quisiera que me hablaras y en realidad fueras tú quien me lo dijera, pero como te pude conocer bien, sé que más o menos algo de ese estilo me dirías.

Me hiciste llorar, o más bien no fuiste tú, me hizo llorar el saber que ya no volveríamos a hablar. Hace tres semanas estuvimos cerca. Te llamé, “Háblame, negro, avísame cuando estés ahí”, me dijiste; y al día siguiente mi último mensaje para ti, fue un ícono del celular que sirvió para demostrarte que no estuve muy de acuerdo con eso de no habernos encontrado aquella noche.

No eras solo risa, eras un tipo muy particular; versátil en personalidad, diría. Eras muy noble, más bien. Me pregunto ahora, ¿Te llegaste a arrechar alguna vez?

Jamás, y ni siquiera por lo que supe después de la mudanza de la Torre, llegaste a la hora. Siempre te dije, “Come a la hora, no tengas ese desorden alimenticio, jajajaja”, y luego el comentario mutuo, “Negro, comidita de mamá, ¿no?, tú sabes cómo es, ésa es la mejor”.

Nos hicimos panas por tu culpa, porque quererte se hizo muy fácil. Fácil como tu verso, tus frases, tu capacidad para inventar tonterías; las mejores en cualquier momento, incluso en los de tensión laboral. Me quedo con eso, porque a pesar de la impuntualidad, me enseñaste que en esta vida todo va mejor con humor.

Me hablaste de fútbol con mucha propiedad y me sorprendiste con agrado. Qué grandes tiempos aquellos, las tardes, las noches, las charlas, los chistes, todo. Qué inolvidable cuando lo mirabas a uno y lo proyectabas, veías lo mejor. Qué gafo cuando me dijiste, “Háblame, bebé, ¿Cuántos seguidores sumaste después de esa entrevista a Limardo?”, clase de loco eras, y así como pocos deportistas en la historia, fuiste único.

Como periodista te comiste tu fuente, te metiste con todo y yo te lanzaba preguntas de vez en cuando para aprender del que sabe, aunque confieso que solo lo hacía cuando venía una cartelera llamativa.

No lamento no haberte visto aquel día de abril, porque no voy a decir que me iba a servir de despedida, no lo podíamos saber. Tampoco me despido ahora.

Sí lamento que no te volveré a encontrar, sí lamento que aquí no habrá otro abrazo sincero, un encuentro planificado o casual, o la pizzada inédita en casa del italiano. Ya no me dirás otra vez, “¿Cómo está mi Rafael Dudamel?, y pues, me pesa mucho, simplemente me pesa mucho.

Yo mientras seguiré peleando aquí, round a round, hasta que suene la campana y se acabe. Ahí me tocará a mí y nos volveremos a encontrar.

jueves, 25 de abril de 2013

Un día especial

En la vida, todo tiene una premisa, todo tiene un inicio, una base, una idea. Después de crecer siempre opté por pensar mejor las cosas por ejecutar y no dejar de seguirles el paso mientras avanzaban; tampoco es que me convertí en un cuidador obsesivo de detalles pero siempre trato de estar pendiente de todo.

No sé si todos los que estamos en esto de la radio o de la televisión, siempre quisimos ser deportistas, en este caso futbolistas; yo sí. Siempre vi en un gol la mayor expresión de emoción que podía existir, y es así, pero como el fútbol es tan grande, así no los haga uno, se sienten como cuando marcamos en la Pre B, la Pre A o la Infantil C.

Justamente por esa época uno soñaba con jugar en la selección, mismo sueño que se reforzó con el paso de los años, el que crecería por naturaleza y que llevó a Venezuela a empezar a entrar en la élite mundialista, ya una vez en 2009 y ahora en este 2013.

Creo fielmente en la evolución sostenida, y si hablamos de bases, el ir a dos Mundiales juveniles, abonan el camino para ir al más grande, el de los mayores.

Todo tiene un inicio, ciertamente y hoy, en uno de los días después de, más recordados de la historia de nuestro fútbol, sólo hay un sentimiento de agradecimiento a los vinotinto sub-17 y a Rafael Dudamel. No pudo ser mejor el inicio de esta editorial, no pudo haber existido un motivo más importante que éste; por eso es que cuando las cosas son, son, no hay excusas; simplemente todo nace.

Es por ti, Venezuela; a la distancia se sintió cercano el mensaje y eso es lo que logra el fútbol.